sábado, 21 de mayo de 2011


Cuándo Paula se dejo el pelo largo pereció el invierno y las flores comenzaron a nacer.
Recuerdo ese veinte de marzo y la llegada de la primavera; ella sentada en mi regazo y
yo, con la ventana bien abierta delante, explicándole los diferentes pájaros que
habitaban la ciudad.
Le gustaba todo esto de las aves, y de la primavera, aunque dijera que echaba de menos
al señor invierno. Cuándo le prometía, entre risa y risa, que un día le compraría un
pájaro con su nombre para que lo mimara en el jardín siempre se quedaba mirando al
cielo, como si en vez de un pájaro quisiera una estrella o las alas para volar a escala
humana.
Lo mejor hubiera sido decir que le compraría unas plumas, unas plumas doradas de
diferentes tonos y medidas, unas plumas mágicas que podía llevar consigo siempre, en
honor a su larga melena y como muestra de mi eterno amor.

Luego las cosas se truncaron un poco y lo que vino después no tiene importancia.

Yo siempre recordaré a Paula, ese París lleno de pájaros y sus plumas, las ganas de
volar por los aires.

Las ganas de ser libre.



*Texto de Albanie M.
http://wonderfulsugar.blogspot.com/

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